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viernes, 28 de noviembre de 2014

adicta a la velocidad

Adicta a la velocidad, 
pisar fuerte en la carrera
y soy la lenta. No importa
cuánto acelere, cómo apriete.
No me adelanto, tengo siempre
la vida por delante. No veo
su cara, solo intuyo su gesto,
y así es mejor. Yo, la rezagada,
la que quema suela, edad,
al límite del amor sin conocerlo
en la pista del azar.

andrea mazas


'Cambio de ubicación a intervalos', de Klaus Rinke (1972) 

jueves, 6 de noviembre de 2014

negro

Siempre hay una luz al final del primer túnel. 
Al otro lado una mujer empuja nuestro preludio, 
nos espera.
Su vientre abierto es el agujero blanco de la vida.
Dejamos atrás el lado oculto de la carne,
la entraña, punto cero, el fondo de origen,
crepita tierra y sabe a madre.
De su oscura materia, de su temblor
estamos hechos,
cordón de raíz, húmeda, cuna y presagio.
Del dentro opaco llegamos a darle foco al tiempo.
Bailamos con torpeza su danza alegre,
primeros pasos de la lluvia más suave,
levantamos dioses de inocencia.
Caen todos, deriva súbita,
con el primer rayo de amor.
Su destello aviva el pulso, desnuda
el nombre al que acudimos, lo unimos
con lazo inútil al nuestro,
cinta frágil.
Cumplimos la edad de la primavera.
Llega como un atentado,
como si todo empezara de nuevo,
como si los amantes nacieran
en los ojos de su llegada.
Se abre una espiral en la luz.
La recorremos con nuestros pasos,
que preguntan, que disparan
la espuma de lo que se aprende,
que revuelven las dudas, que no acaban,
se hacen parte del zapato.
Cada vez aprieta menos, cada vez es
más ligera la marcha, más hondo el rastro.
El giro se estrecha en el mapa circular.
Se restan a lo ganado las renuncias,
lo inexplicable, la ausencia
sin días para aceptarla, para asumir
el cansancio, el asolado recuerdo, el presente
como destino, como sueño de otro que acaba.
Al fin la línea es solo un punto, sin retorno.
Bajo el barniz que decapa la muerte,
el pálpito deshecho en viruta, último bucle.
Se enciende el fuego frío de la fuga final
al borde del enigma, casi intacto.
Los párpados caen, alas sin vuelo,
y el corazón suelta amarre. Continúa
de nuestro camino su estela.
Somos ya señal que levanta otra mañana,
gas que infla otra memoria, latido callado
en nuestro grabado en negro.

andrea mazas

Obra de Patakk.

sábado, 1 de noviembre de 2014

buena esperanza

No soporto el olor de tu ausencia,
el sabor de su silencio.
Mi vientre seco ríe lágrimas,
las hormonas se pisan unas a otras
en la fila que forman si no estás.
Se me está hinchando la memoria de amor
y ya no me hallo en ella sin ti.
Por eso, cuando no me miras,
escribo con la esperanza 
de que el poema tenga tus ojos.

Casi nunca lo consigo.

andrea mazas