Páginas

sábado, 18 de febrero de 2012

guiño



Esto también es un guiño: 
mis ojos están detrás de cada letra.
Te miran, te desafían a entrar en él. Imita
al que te llevó a la barra en la que te desnudé
antes de que tú me quitaras la ropa
para quererme una sola vez,
haciéndolo en el durante.

¡Ese, ese, ese durante! Justo ese,
que es igual al de este instante,
en el que ahora esperas
como el habitual de tus decorados de amor,
sacándoles canciones a este, a este y a este
y a aquel rincones de tu fantasía.
En ella sigo habitando,
porque tú no quieres que me vaya,
porque yo quiero quedarme,
aunque nos abramos la puerta,
aunque nos invitemos a desalojar la tentación.

Sigue, callada, en las rimas del casi,
el mismo que rozamos las primeras horas del día
en que nos despedimos como amantes extraños,
el final de la noche que saludó el siempre que sigue.
Lo resumo aquí, ¡en este aquí!
como si me quitara la blusa de papel.
Es un striptease dentro del sueño,
con tanta idea sin ton ni son
que me lleva a ti sin remedio.

Hay un desorden imaginario
en la habitación que esconde la memoria.
En ella te desvisto otros labios,
los que nadie ha besado, los que tú te conoces,
de animal herido atrapado entre lazos…
cierran la boca imposible, querida,
que besa con mayúsculas, en silencio,
a las musas que inventa tu yo secreto.
No me llega la verdad
para ponerte el punto a este largo continuo.
Está mojado de un nosotros que no conocemos.
Se quedó sin amanecer ni mañana,
y aún le crecen palabras…

... y lo que me callo
para dejar intacta la verdad con que nos miramos
después de aquel guiño, antes de este amor.

andrea mazas

domingo, 12 de febrero de 2012

contracorriente



La tarde que me enseñaste
cómo coger con firmeza los remos,
cómo avanzar o virar para esperar
el momento de la sorpresa,
cómo sortear las partes rocosas del cauce,
cómo subirme después de haberme caído,
cómo alcanzar las isletas para regalarnos un abrazo,
cómo fotografiar lo inadvertido desde la orilla,
me enfadé contigo.

La tarde que me enseñaste a irme,
la arena en los zapatos mojados
me hizo saber que
el primer paso de la huida duele:

arrastra un presente que sueña pasado.


andrea mazas

sábado, 11 de febrero de 2012

¿de qué vas?

No sé de qué voy. Sólo voy a escribir. Nada más. Compartiré contigo (que puede ser "conmigo") lo que aquí publique. No pongas esa cara: no pretendo nada. Será sólo poesía o prosa, ficción o realidad, todo mezclado. ¿Bueno o malo? No sé de qué calidad hablamos. Repito: no sé muy bien qué es lo que voy a hacer a partir de ahora en este lugar, pero algo tendré que hacer con lo que escriba, digo yo. Algo tengo claro: a mí, una vez escrito, de poco me sirve. Así que creo yo que lo mejor que puedo hacer es compartirlo, así, sin hacer ruido. Lo importante, para mí al menos, es seguir escribiendo. Que los dedos sigan haciendo tic tic en el teclado. Lo demás ya se verá... Si has caído aquí por casualidad, ya somos dos; si alguien te ha dicho que vengas, bienvenido; si te quedas, gracias.

andrea mazas

entrada, o ¿por qué un blog?



... la pregunta no es original; la respuesta tampoco lo será. Supongo que otros muchos que llevaran tiempo escribiendo y que, después de mucho pensarlo, decidieran empezar a utilizar un blog sintieron, como yo ahora, la necesidad de explicarse las razones. Supongo que muchos, al responderse, sin darse cuenta, inauguraron, como yo estoy haciendo, su “diario”, al volcar esa primera reflexión en su primera “entrada”.

Si escribo entre comillas diario y entrada es porque, en cuanto a la primera, lo que pretendo no es escribir un diario y, en cuanto a la segunda, es un término que me resulta antipático: este lugar sólo tiene una entrada, una puerta. Eso es lo que son estas primeras palabras: la puerta queda abierta, me doy la bienvenida desde dentro. Por ahora me quedo.

… pero me estoy desviando de la pregunta: ¿por qué un blog? La respuesta es “¿Por qué no?”.


andrea mazas