Todo ángel es terrible.
Con un solo gesto alejas de ti lo que obliga y lo que limita. El cielo te llama
y te arranca de tus formas femeninas, bellas, terribles. Las primaveras te
necesitan y las estrellas reclaman que las percibas. Todo ángel es terrible
pero has de creer en ellos. Y vuelve a ser bella. Alza el vuelo de tu mirada y
dedica una sonrisa al mundo que te embellece.
He recuperado estas
imágenes, las únicas que quedan de aquel proyecto en el que algunas personas,
grandes amigos todos, nos embarcamos con enorme ilusión. Han pasado unos nueve años. Éramos estudiantes. Dábamos de comer a
nuestro sueño de dedicarnos al cine, a la escritura, al arte. El cortometraje
nunca vio la luz. La razón la conocen todos los que trabajaron para darle forma
e imagen a un guión literario que escribí para cierta asignatura de
Comunicación Audiovisual y cuya profesora, a quien (para mí sorpresa) le gustó
especialmente, me animó a formar un equipo y rodarlo. El equipo, sin
duda, fue el mejor que jamás pude imaginar. Lo que queda no tiene más que un
valor sentimental: veo las imágenes y es un álbum en movimiento de personas que
fueron y son tan especiales para mí; nadie podrá decirme nada en contra, son criaturas
angelicales, a las que, con los años, se han ido sumando otras: todos son
bellos y terribles. Con ellos vivo.
Por creer en el texto, en
la poesía y en mi ángel, por disfrutar (y sufrir un poquito, para qué negarlo),
por compartir su tiempo conmigo aquel invierno, les doy las gracias y dejo
constancia aquí de lo que se salvó de todo aquello. Lo más importante que yo,
personalmente, conservo de Ángel es
algo que jamás pudo quitarnos el tipo (uso esta palabra con plena consciencia) por
el que, finalmente, esto terminó
siendo un proyecto inacabado: nuestras ganas de seguir creando, creyendo y soñando. Tampoco pudo arrebatarnos lo que aprendimos en todo el proceso ni,
muchísimo menos, el cariño que creció entre las personas, tan bonitas, que
participaron.
Nombro aquí a los responsables del cariño que hoy siento, a las que estoy tan
agradecida:
Equipo técnico: Víctor
Fandiño, Fede Sánchez, Rubén Palacios y Paco Higuera.
Actores principales: Paloma
Sánchez de Andrés y Jaro Onsurbe.
Actores secundarios: Raquel
Cabanillas, Andrés Sudón, Óscar José Martín, Débora Marcos, Miguelón Martín, Jesús Sierra y Miguel Miñana.
Debería nombrar también a
los extras,
a los dueños del local y a la profesora que nos animó a llevar a
cabo la tarea. Es imposible que recuerde sus nombres, pero no me olvido de
ellos tampoco aquí.
Este agradecimiento sería parcial si no manifestara mi admiración por el poeta que inspiró el guión: Rainer Maria Rilke. Fue Jaro quien, cuando nos conocimos, me regaló un ejemplar de Elegías de Duino. Creo que fue mi primer y más profundo acercamiento a la poesía; desde entonces, procuro mantenerme lo más cerca posible de ella.
A todos ellos, una vez
más y siempre, gracias.
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