Ella lo acuesta en un verso para pensar en sí misma un rato...
y lo despierta en el siguiente para que le recuerde qué iba a escribir.
Yo querría que él me prometiera que esto no nos ocurrirá a nosotros,
que me dejará a solas con la musa, que la musa no la compartiremos.
Pero él está dormido, dormido, profundamente dormido,
y este silencio es precioso...
Al menos queda este poema, que no le leeré cuando se vaya la musa
y yo entre, con mucho cuidado, en sus sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario