Vivo en una casa con una ventana que da a otra casa con una ventana con barrotes.
Cuando la persona que vive en la casa
de esa ventana con barrotes descorre sus cortinas y una hoja de la ventana con
barrotes,
anula mi reflejo y veo, entre los barrotes, un salón partido e
inundado de luz en el que yo podría bailar y al fondo un balcón.
Solo cuando la
persona que no baila en ese salón deja abierta la ventana con barrotes y
descorre las cortinas del balcón del fondo del salón en el que yo podría bailar
puedo decir que mi casa tiene vistas.
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