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sábado, 11 de mayo de 2013

mudanza



Ya está todo preparado.
En las cajas de cartón,
entre cachivaches y zaleos,
tan organizados,
hay también un aire apretado.
Son las valijas del tiempo antes de ti,
una sombra de la mujer que no te quiso
pero que me hace y se va también contigo
a aprender la ternura con que ahora
doblo y cierro y precinto.
Hay otra mudanza también,
la más frágil, la menos frágil,
que no cambia de buzón, no sabe de calles,
prendas que se ordenan solas en el desorden

—es como un stopmotion de la memoria más blanda,
como si todas las instantáneas del plan 
que le fue creciendo a las noches del abrazo 
se hermanaran para animar el camino 
que trazamos en el mapa de imaginación—.

Feliz desorden este, sin etiquetas
ni línea alguna que separe
lo tuyo de lo mío.
Todo somos nosotros.
Todo es nuestro,
como lo es el camino del que hablamos
y los pies descalzos que se buscan
en lo oscuro contra el frío.
Lo de antes que llamábamos porvenir
está cayendo sobre nosotros
como lo hace la luz:
para que existan las cosas.
Tiene el color que tenía el deseo,
cuando más parecía el truco de los desdichados
que esta magia que nos late.
Lo que nos era
se desnombra para ser otro
o no ser: vamos a otro principio,
nos mudamos al centro del calor.



andrea mazas


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